LA POESÍA INTEGRA

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La integración es un proceso dinámico y multifactorial que supone que gente que se encuentra en diferentes grupos sociales (ya sea por cuestiones económicas, culturales, religiosas o nacionales) se reúna bajo un mismo objetivo o precepto. La integración de los rumanos en España implica un esfuerzo coordinado, una planeación conjunta y una convivencia pacífica entre el los dos pueblos. Es muy importante que la parte que quiere integrarse pueda constituir un todo con la parte integradora sin que ninguna pierda su individualidad. Sin hacer un análisis exhaustivo de cómo los españoles ven a los rumanos, sí podemos decir que algunos nos perciben como una gran competencia a la hora de encontrar un empleo, otros como bandas de delincuentes, otros como trabajadores serios, responsables y eficientes, otros como embajadores de una cultura diferente que despierta el interés precisamente por la novedad, etc. El español que aprovecha la oportunidad de poder conocer al rumano en persona, se da cuenta de que al fin y al cabo no son tan distintos, y que los rumanos tienen sus defectos, pero también sus cualidades. Es el caso de Javier Helgueta a quien los rumanos le resultan “cercanos, familiares y tradicionales”. Javier Helgueta Manso es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Alcalá. Lleva dos años estudiando el idioma rumano en el Centro de Lenguas Extranjeras de la misma universidad, con la Dra. Ileana Bucurenciu, y fue alumno del curso de rumano impartido en el Centro Hispano-Rumano de Coslada. Soñando con “acercar la poesía al pueblo”, Javier muestra un gran interés por la literatura en general y por la poesía (también la rumana) en especial. En esta línea, el joven filólogo tuvo varias ponencias en las que hizo un análisis literario del poema “Autorretrato” de Lucian Blaga. Es más, inspirado por el magnífico poeta Mihai Eminescu, escribió un poema dedicado al pueblo rumano que publicamos en esta página.

Ana-Maria Marinescu: Ya no es una novedad que un español tenga interés por la lengua y la cultura rumanas. Pero no puedo no preguntarte, ¿por qué elegiste aprender nuestro idioma y no otro de circulación internacional?

Javier Helgueta: Hay muchas razones aunque no convenzan a todo el mundo. Básicamente, partimos del hecho de que un filólogo debe conocer cuantas más lenguas mejor: inglés y francés se pueden aprender en cualquier parte; pero rumano, no. Por ello, tener la posibilidad de aprender y practicar otro idioma diferente en tu propio país e incluso practicarlo por la calle es una ventaja inmensa, una oportunidad que no se debe rechazar. En mi elección también jugaba el hecho de buscar algo distinto, que me pudiese abrir puertas en lo profesional precisamente por ser minoritario (aunque relativamente, porque un profesor de filología románica me animó a estudiarla entendiéndola como una lengua “al alza”): ahí me quedé con el rumano porque era una lengua media para la intercomprensión con el español: no era tan difícil de aprender para un español como el chino, el ruso, etc. por ser lengua románica, como la nuestra y, al mismo tiempo, no era tan parecida (en algunas características) como el catalán o el italiano. Todo ello y la curiosidad por lo que de repente, por cuestiones socioeconómicas, tienes cerca, me llevaron a decidirme por el rumano.

A.M.M.: Eres filólogo, te acabas de licenciar por la Universidad de Alcalá. Durante la carrera, en la asignatura de literatura universal, por ejemplo, ¿estudiaste algún escritor o poeta rumano? ¿Cuál?

J.H.: En la carrera de filología hispánica no hemos gozado de asignaturas de literatura universal, porque los contenidos son ya demasiado amplios; como mucho, de literatura románica, pero medieval: autores como Chrétien de Troyes, Petrarca, Dante, etc. absorbían demasiado tiempo, lógicamente. Así que en filología, tan solo han aparecido los nombres del grandísimo Coseriu, uno de los principales pilares de la lingüística europea, así como Ionescu, como principal representante del teatro del absurdo. El problema es que, para este caso, se le suele tomar como francés, por su inserción en la cultura francesa; algo parecido ocurre con Cioran, filósofo al que estudié un poco en una asignatura optativa de Historia: animo a los rumanos a reivindicar más sus figuras que, aun exiliadas, no olvidaron sus raíces, Espero que el curso que viene, en “Teoría de la literatura y literatura comparada”, carrera más proclive a este tipo de asignaturas, tenga la posibilidad de estudiar más la literatura rumana y de insertarla en el contexto europeo para ver las influencias recíprocas y para reivindicar su relevancia en la cultura general.

A.M.M.: Llevas  – ¿cuántos años? – estudiando rumano. Expusiste, hace poco, una maravillosa presentación sobre el poeta Lucian Blaga. Después de tener contacto con la literatura rumana, ¿tienes algún poeta o escritor rumano favorito?

J.H.: Llevo dos años estudiando, poco a poco, rumano, aunque no dedicándole el tiempo que se merece. Aquí, en el Centro Hispano Rumano de Coslada y en la Universidad de Alcalá, con magníficas profesoras. Al haber dedicado tanto tiempo a la carrera, a algún trabajo y a otros idiomas no he podido leer mucho. Sin embargo, le hice un encargo a una amiga rumana que vive en España y me compró en la misma Rumanía Istoria critică a literaturii române de Manolescu; obra que leeré de vez en cuando en rumano para aprender tanta lengua como literatura. De lo visto hasta ahora, Blaga es mi favorito por su relación con la filosofía y por su aportación del concepto de silencio a la poesía. Aunque, por la época en que vivió, el romanticismo, antes o después Eminescu será mi favorito, seguro.

A.M.M.: Tu contacto con Rumania no ha sido solamente a través de la literatura y el idioma, también has tenido la oportunidad de conocer a gente rumana. ¿Qué impresión te ha hecho? ¿Algo que te ha llamado la atención? ¿Podrías describir a los rumanos en tres palabras?

J.H.: La inmigración rumana, por lo menos a Coslada, comenzó cuando yo era niño y desde el principio nos entendimos bien con un balón de por medio: recuerdo en la plaza de mi barrio muchos “España-Rumania”. Y todavía hoy muchas veces prefiero jugar al fútbol con rumanos que con españoles porque por aquí estamos perdiendo el espíritu y la pasión por las cosas cotidianas (es el problema de que un país cambie demasiado rápido en solo tres generaciones). Diré de los rumanos, aunque esto habría que pensárselo mucho, que me resultan cercanos (nos parecemos mucho, especialmente algunos amigos y conocidos que llevan aquí muchos años), familiares y hombres del pueblo, tradicionales, o bastante más que los españoles (sin que tradicionales sea negativo ni deba equipararse a “conservadores” o cosas por el estilo). Quizás esto último es lo que más admiro: que hay una relación mucho más intrínseca con las raíces, con el pueblo, con el bosque, con la tradición. Se ve perfectamente en la literatura, mucho más popularizante. Eso es extraordinario: hay una sintonía entre los creadores y el pueblo y, además, así la gente no olvida de dónde procede. Aunque mi visión es relativa porque conozco demasiado poco.

A.M.M.: En alguna ocasión contaste que tu sueño es acercar la poesía al pueblo. En estos tiempos que vivimos, ¿de verdad crees que la gente sigue leyendo poesía? Los adultos a penas tienen tiempo de leer el periódico y los adolescentes casi no leen. ¿Cómo ves tú la poesía?

J.H.: Precisamente en esa pretensión (“sueño” en cuanto a utópico) he de mirar al pueblo y a los poetas rumanos, como indiqué anteriormente. Poesía se asocia, indebidamente a conceptos como “romántico”, “bohemio” e incluso “cursi”… Hablando el otro día con una bibliotecaria me daba la clave: el problema de la gente que no lee es que todavía no ha dado con el libro adecuado, que le guste. Con la poesía es aún peor… por todos los prejuicios que tiene a sus espaldas. Ceo que a mucha gente le daría vergüenza, incluso hoy día, confesar que lee poemas… Pero precisamente en un supuesto “mundo posmoderno”, explicado en términos de velocidad… la poesía debería ser el género más exitoso, porque es el que menos tiempo exige y casi el único que permite una lectura aleatoria e intermitente puedes abrir el libro por cualquier página (esto debería matizarse, pero no tenemos tiempo). La prueba la intentaré hacer algún día en un instituto si doy clase: tratar de mostrar las ilimitadas expresiones poéticas que pueden conectar con cualquier persona. ¿Cómo veo yo la poesía? Me gustaría saber cómo me ve Ella a mí. Sin caer en un idealismo exacerbado mi visión es global: el poema no está ahí, sino que yo, como instrumento de otras cosas más grandes, como la Poesía, trato de vivir y vivo, sin remedio, rítmicamente, poéticamente. Solo así, llegado el momento, puedes transmitir la realidad de forma diferente y bella porque es necesario hacerlo, porque a través de los versos descubres muchas cosas sobre el mundo, sobre el hombre y sobre ti mismo que no puedes encontrar en ningún otro espacio, ni en la vida ni en la psicología ni en la filosofía.

A.M.M.: Volviendo a la lengua rumana, ¿te resultó difícil aprenderla?

J.H.: ¡Uy! Estoy aprendiendo todavía, empezando… Nivel básico. Que sea románica ayuda mucho, sobre todo para entenderlo por la calle, que es mi punto débil en los idiomas.

A.M.M.: Dicen que los españoles tienen más dificultad en aprender lenguas extranjeras. Tú rompes este mito porque has aprendido rumano, hablas también francés, inglés… ¿Qué opinas al respecto?

J.H.: Gracias, pero decir que hablo estas lenguas es mucho decir. Puedo comunicarme, llegado el momento, pero debería tener mucho más nivel. Que los españoles hayan tenido en el pasado más dificultades para aprender idiomas y que esa losa continúe pesando hoy día creo que se debe sobre todo a una razón histórica, incluso geográfica. Histórica porque durante muchas épocas, en el pasado, miramos demasiado hacia adentro, mientras que Europa era algo diferente (de ahí frases tan horribles como “África comienza en los Pirineos” o “Spain is different”), pero también hay que entenderlo geográficamente: desde siempre, las vías económicas y comerciales por dentro del continente exigieron la comunicación entre hombres de países distintos y, como consecuencia, se volvía necesario aprender otros idiomas y se veía como algo natural el multilingüismo (de hecho, la mayor parte de los países del mundo son multilingües, algunos con cientos de lenguas); mientras que España está en la esquina de Europa y su contacto (así como su espíritu europeo) ha sido menor, pero no por razones genéticas ni tonterías por el estilo. Luego también está la forma de enseñar, que se está mejorando. Pero sigue habiendo cosas que, mientras no se cambien, dificultarán nuestro nivel: por ejemplo, doblar las películas al español. Aunque esto no hay quien lo cambie…

A.M.M.: ¿Crees que las instituciones autorizadas (asociaciones, embajada, consulado, medios de comunicación, los centros hispano-rumanos, el Instituto Cultural Rumano, la oficina de turismo, etc.) hacen todo lo posible para promover nuestro país en España? ¿Cuál es tu relación con éstas?

J.H.: No dudo de que lo hacen, pero no puedo opinar porque no conozco lo suficiente este asunto. Solo puedo hablar del Centro Hispano Rumano de Coslada que funciona muy bien y tiene multitud de actividades, pero no sé la acogida que éstas tienen en el pueblo de Coslada ni tampoco sabría decirte, por desgracia, qué hacen otras instituciones. Voluntad seguro que no les falta y adaptación han debido de tenerla, seguro, porque España ya se ha acostumbrado a convivir con personas de fuera, de multitud de países y creo que, por lo menos en el día a día, con los vecinos, etc. existe una gran convivencia que hubiera sido difícil en otros países.

A.M.M.: ¿Has estado en Rumania? Si la respuesta es afirmativa, ¡cuéntanos algunas impresiones! Si no, ¿piensas ir?

J.H.: Todavía no he estado porque he empezado a viajar un poco tarde y prefiero ir subiendo el nivel de dificultad. Pero claro que quiero ir, como a tantos otros sitios. En el caso de Rumanía me gustaría ir porque me atrae su paisaje y su cultura tradicional, dos elementos en peligro de extinción en Europa. Además, estoy convencido de que algún día podré colaborar con instituciones o universidades rumanas, así como escribir o publicar sobre literatura de ese país o trabajos comparativos entre su literatura y la europea (o incluso la española); es decir, para disfrutar y fotografiar, pero también para reforzar el idioma (con alguna beca, que las hay desde el Instituto Cultural Rumano) e investigar, algún día, no muy lejano, viajaré a Rumanía.

A.M.M.: Cuando alguien menciona Rumania, ¿qué es lo primero en lo que piensas?

J.H.: En lo más cercano: en vosotros, mis profesoras, mis vecinos…

Ana-Maria Marinescu

Improvisación para Eminescu

Al pueblo rumano

El poeta solo es el que nace del campo

y habla de melancolía, del dorul-dor,

que los pueblos de las azadas,

de la familia y de las sopas,

cantaban antes del Big Bang.

 

Sus brazos aún llegan a todos partes

extendiéndose hasta los bosques

pues infinitos se han vuelto sus versos.

Lloviendo el poeta sobre la Dacia

las almas y los campos enverdecen

para cumplir los ciclos

del rito y de la mies;

la hozada ya más limpia al tallo humedecido.