Los Cárpatos de Rumanía – el último bastión de la naturaleza virgen de Europa
„Subyugante y alzante al mismo tiempo, casi nada en la naturaleza nos inspira tanto asombro como la vista de las montañas” (Kofi Annan, diplomático ghanés galardonado con el premio Nobel de la Paz, nac. 1938)
En la paradójica situación actual, en la que, por un lado, añoramos viajar, pero por el otro nos da miedo salir de casa, los Cárpatos destacan como destino ideal para vacaciones tranquilas, perfectamente adaptadas a las exigencias del futuro. Tanto desde el punto de vista espacial, al estar ubicadas a corta distancia de la Europa Occidental, como temporalmente, puesto que podemos llegar allí dentro de tres horas, las tierras del último bastión de la naturaleza virgen de Europa resultan perfectamente tangibles y de fácil acceso para todos. Además, el carácter aventurero del viaje no desaparece, ya que en la soledad de las montañas seguramente no habrá peligro de contaminación con ninguna enfermedad.
Sin ser tocados por ningunas medidas „civilizadoras”, los Cárpatos facilitan un descanso activo, que contrarresta las privaciones sufridas durante el aislamiento de pandemia. La belleza de la naturaleza salvaje anima a los valientes a atravesar los bosques frecuentados por carnívoros de considerable tamaño (Rumanía es el país europeo con mayor concentración de poblaciones en libertad de osos pardos, lobos, cabras montesas y linces). Las aves rapaces también cruzan por el aire fresco. Hay águilas imperiales, halcones y muchas otras especies que por otras partes del mundo se encuentran en peligro de extinción.
Paradójicamente, eludiendo el paso del tiempo, la resistencia de Rumanía a las prácticas de planificación sistemática del turismo moderno le confiere hoy el estado de modernidad y singularidad más alto, situando esta área a la vanguardia de los destinos con respeto a la sostenibilidad y la armonía del hábitat forestal (el hábitat silvantrópico es un concepto lanzado en Rumanía que define todas las condiciones propicias a una vida equilibrada, combinando elementos humanos y de la naturaleza encontrados en un entorno predominado por bosques).
Aparte de los Alpes, la cordillera de los Cárpatos es la más grande de Europa y atraviesa siete países (la República Checa, Eslovaquia, Polonia, Hungría, Ucrania, Serbia y Rumanía). Sin embargo, su mayor extensión se encuentra en „la vuelta” sobre el territorio rumano. La curvatura que aquí se ve obligada a dibujar es el resultado del impacto con las placas tectónicas de la Gran Plataforma Rusa. Así retorcidas, las sierras de los Cárpatos se constituyen en frontera natural entre las tres provincias históricas componentes de la Rumanía actual: por fuera hay la Moldavia y la Valaquia y por dentro, enclavada en su „nido”, Transilvania.
El dinamismo de este continuo reasentamiento tectónico se refleja en los frecuentes terremotos que van registrándose en el punto de la curvatura, en la comarca de Vrancea. El mismo fenómeno da lugar a una gran variedad de rocas (volcánicas, cristalinas y de depósito sedimentario), confiriendo al paisaje una diversidad inigualable. Además, hay mucha riqueza sacada a la luz por estas convulsiones de la corteza terrestre, como por ejemplo el famoso oro de los Cárpatos, que se extrae desde la antigüedad.
También los depósitos de gas natural son una fuente de energía siempre disponible en muchos lugares, igual que el carbón, presente en abundancia. Hay diversos metales, sal y piedras preciosas. En construcciones se usa el mármol, la caliza, la andesita, el basalto, además de la arena y el lastre que se extraen de los valles contiguos.
El recurso más preciado de los Cárpatos, sin embargo, queda el agua puro, presente en la multitud de ríos que surcan aquí, pero también en los lagos glaciares de claridad cristalina y en los manantiales minerales con efectos curativos científicamente comprobados (forman en total un tercio de las fuentes de Europa). ¡Los baños termales del área siguen siendo famosos desde la época del Imperio Romano! En la actualidad, la energía de muchos cursos de agua se capta en centrales eléctricas, muy respetuosas con el medio ambiental.
Aunque se formaron simultáneamente con el complejo montañoso alpino, los Cárpatos se diferencian de él. Las grandes depresiones intramontañosas son las que los individualizan. Sus altas planicies están cubiertas de prados, pero eso no les impide alinear en el azul del cielo a 12 picos con alturas superiores a los 2.500 m. Este paisaje majestuoso, de aspecto alpino, es asombroso, especialmente cuando las cimas están cubiertas de nieve.
En el norte de los Cárpatos rumanos se manifiestan influencias climáticas bálticas, mientras en el oeste predominan las matices oceánicas, debidas a la influencia climática de la llanura rusa (invierno frío y seco). En el sur hay toques mediterráneos. De esta manera, el viaje por estas tierras se convierte en un paseo por las zonas climáticas de nuestro continente, incluyendo la vegetación específica a cada una de estas zonas.
En Rumanía crece un tercio de las variedades vegetales específicas de Europa (1.350 tipos clasificados, de los cuales casi 500 son endémicos). La vegetación está dispuesta en niveles de altitud, formando un mosaico de una biodiversidad sin igual. A la base de las montañas se extienden los bosques de hoja caduca (especialmente hayas, robles y abedules) que cubren 250.000 hectáreas, constituyendo la mayor superficie forestal europea después de la de Rusia. Ellos forman un verdadero puente verde entre el sur mediterráneo y el norte escandinavo (¡elemento de tremenda importancia para la migración de la fauna!). ¡Son los últimos y únicos bosques seculares intactos de Europa!
Por encima de la zona de coníferas se extiende hasta 1.700 metros el vigoroso cordón oscuro de los bosques de coníferas. Luego, por encima, el paisaje continúa con áreas abiertas y rocosas, de vegetación escasa. Es el reino de los rebaños de ovejas, acompañados por pastores que practican la trashumancia desde tiempos ancestrales, siendo ellos mismos mensajeros de una cultura agrícola de valor cultural inestimable. ¡No hay lugar más cerca del cielo que este paraíso campestre!
No se requieren conocimientos de montañismo para disfrutar de los paisajes de Rumanía, aunque a los alpinistas atrevidos los Cárpatos les ofrecen también recorridos de escalada con altos grados de dificultad. Para los demás, las gemas de la naturaleza rumana quedan al alcance a través de varios paseos encantadores, de senderismo habitual. Con 14 parques nacionales y 16 parques naturales, hay muchas opciones y posibilidades de planificar una ruta adaptada a los deseos de cada uno.
Para familias, las vacaciones en el campo son una buena oportunidad de experimentar la vida en medio de la naturaleza, en auténticas casas de campo. Y a los aficionados de los deportes de invierno les esperan complejos turísticos especialmente diseñados a este propósito, situados en áreas que garantizan nevadas seguras, sin fallar.
La temporada de senderismo comienza en marzo y termina en noviembre. Los recorridos más accesibles se inician en zonas de poco pendiente, alcanzando una altitud máxima de 1.800 m. ¡Es fácil disfrutar así del paisaje único, con bosques densos, cascadas, ríos arremolinados, arroyos susurrantes y, sobre todo, una naturaleza intacta!
Ya sea que decida practicar senderismo, escalada, ciclismo de montaña, rafting, kayak u otros deportes al aire libre, nadie será decepcionado. En los Cárpatos siempre encontráramos un lugar donde dedicarnos a nuestro deporte favorito en condiciones óptimas.
Al mismo tiempo, uno puede pasar por lugares sorprendentes y encantadores, que dejan la impresión de surgir de otro mundo, un mundo tranquilo y sensato, que llena el alma de serenidad. Al margen de la civilización moderna, abandonadas en el tiempo, aisladas del cotidiano apresurado, las diminutas aldeas carpáticas admiten desde siglos una vida autárquica.
Su población vive en armonía con el encantador entorno. Su hospitalidad y modestia son famosas. Reciben a los visitantes con naturalidad, sin esperar gratitud excesiva y sin acudir a grandes gestos y comparten alegres sus comidas ricas y sanas. Hecha y derecha, la gente de montaña vive en equilibrio y armonía y no valora las recompensas materiales tanto como la sencillez y calidez del ser humano, igual cual sea él. Su hospitalidad convierte esta región en un destino turístico y cultural inigualable.
El hermoso paisaje, la originalidad de los lugareños, el folclore y las tradiciones de los habitantes quedan muy bien conservadas en los Cárpatos. ¡Se sentirán allí probablemente mejor que en su propia casa!
Autor del artículo: Gabriela Calutiu Sonnenberg (Benissa, España)
Foto: pixabay.com, wiredforadventure.com