La ruta del Danubio azul
Con un impresionante cauce fluvial de más de 2.800 kilómetros, el Danubio – segundo por tamaño en Europa, después del Volga – atraviesa el territorio de ni más ni menos que diez países: Alemania, Eslovaquia, Hungría, Croacia, Serbia, Bulgaria, Rumania, la República Moldava y Ucrania. ¡Ningún otro río de este planeta pasa por tantos países! Casi la mitad de su recorrido – que comienza desde el oeste hacía el este, algo raro en Europa – constituye una frontera natural entre varios países europeos. Y un récord más: cuatro capitales europeas se han desarrollado en sus orillas: Viena, Bratislava, Budapest y Belgrado. ¿Cómo no van a estar los rumanos orgullosos de tener en su territorio la mayor parte de este río único en el mundo, con más de 1.075 km?
El mismo nombre de espacio cárpato-danubiano-póntico no tendría sentido sin mencionar el Danubio. Su curso recibe las aguas de otros afluentes rumanos, toda la red hidrográfica nacional como si de un sistema circulatorio se tratara, que finalmente se revierte en el Mar Negro formando a su paso la magnífica Delta del Danubio. Debido al tamaño de su cuenca hidrográfica y su gran caudal, el Danubio ha servido desde la Antigüedad para el transporte marítimo, alentando los intercambios comerciales y contribuyendo de forma decisiva a la consolidación de lo que hoy llamamos con orgullo espíritu europeo. El cauce del Danubio ha permitido y ha trazado el camino de muchas invasiones y migraciones (celtas, romanos, otomanos, hunos, etc..), pero, al mismo tiempo, también ha separado pueblos, espacios económicos, sistemas de gobernanza (el más reciente en nuestra historia, el capitalismo del comunismo). Sus aguas alimentan numerosas centrales hidroeléctricas y aseguran el enfriamiento de las atómicas. En otras palabras, no sólo la geografía, sino también la historia y el desarrollo económico de Europa están estrechamente ligadas al Danubio.
Su entrada en Rumanía es tumultuosa, a través de su último y más espectacular desfiladero, Dunărea la Cazane (Las Calderas del Danubio). Las peligrosas cataratas de aquí marcaban en la Antigüedad el punto a partir del cual los griegos establecidos en la colonia Tomis (hoy Constanța a orillas del Mar Negro, ya no podían seguir adelante. Por aquel entonces, tenía dos nombres: río abajo, Istros y río arriba, Danuvius.
Construido en los años 70 para conseguir que el cauce del río sea más fácilmente navegable hacia la ciudad de Orșova, el proyecto Porțile de Fier (Puertas de Hierro) ha tenido fines benéficos, pero también efectos indeseados. Los esturiones, por ejemplo, ya no pueden migrar aguas arriba hacía los lugares donde solían desovar. Y no solamente los esturiones, sino también los 17000 habitantes de los pueblos sumergidos a una profundidad de 35 metros, incluyendo la ciudad antigua de Orșova, fueron forzados a mudarse de sus casas. La isla Ada Kaleh, con un clima mediterráneo especialmente templado y habitada por una comunidad de turcos, también fue tragada por las aguas.
Aumentando poco a poco su caudal, gracias a los grandes afluentes Olt y Argeș, y a otros más pequeños, el Danubio continua su camino hacia los campos, donde abraza a su última isla, Balta Ialomiței (El Lago de Ialomița). Pasa después por debajo del famoso puente de Cernavodă, y desprende un ramal lateral para el canal navigable Danubio-Mar Negro, con una longitud de 64,4 km, que acorta el camino hacia el mar en 240 km, sin pasar por la delta. Continua su recorrido hasta la ciudad de Tulcea, donde se separa en tres brazos, formando la Delta del Danubio. Ésta empezó a formase hace 10.000 años, pero su proceso de expansión continua hasta nuestros días, dado que Rumanía „crece” cada año hacía el este con 40 metros.
Conocida también como el mayor lecho ininterrumpido de cañas y juncos del mundo, la Delta del Danubio se divide entre varios canales, lagos, pantanos y pequeños bosques. La tierra firme ocupa sólo cinco por ciento de su superficie; el resto lo cede a las aguas y las zonas de inundación.
Hacía el norte, el brazo Chilia forma una frontera natural con Ucrania. El brazo central, Sulina, con porciones que han sido modificadas por la intervención del hombre, está habilitado para la navegación y accesible a los barcos comerciales de grandes dimensiones. Hacía el sur serpentea el brazo de San Jorge (Sfântu Gheorghe). Entre los tres brazos se extiende un laberinto de recovecos que ha servido de escondite no solamente para tártaros y cosacos, sino, mucho tiempo antes de éstos también a los caballeros argonautas de la mitología griega, que deambulaban en búsqueda del vellocino de oro. La leyenda dice que en estas profundidades habría hasta tesoros escondidos por piratas.
Hoy en día, la Delta del Danubio alberga a más de 300 especies de pájaros y es el lugar donde se cruzan seis de sus rutas migratorias. De hecho, es la mayor área de reposo para aves en el mundo. Solamente aquí se pueden observar al mismo tiempo tanto los exóticos pájaros del sur, como los ibis, cigüeñas, albatros, faisanes, cormoranes, grullas o garzas, como las aves del norte helado, como serían el pigargo europeo, el ganso de invierno o el pato polar.
El inconfundible pelícano, con una extensión de sus alas de hasta tres metros, domina la delta y es considerado su rey. Los pelícanos necesitan diariamente una cantidad de comida equivalente al diez por ciento de su propio peso y pueden volar hasta 3000 metros de altitud, siendo capaces de permanecer en el aire hasta 24 horas. Por aquí y allá se pueden ver alfombras de nenúfares cubiertos de nubes de libélulas y mariposas. Pero, a pesar de su aspecto idílico, el ecosistema de la Delta del Danubio es muy frágil y necesita ser protegido de las influencias externas, sobre todo las provocadas por la polución.
Tras los años 60, cuando el Gobierno de aquel entonces decidió transformar una parte de su superficie en terreno agrícola, el resultado fue un auténtico desastre. Pueblos enteros perdieron su acceso al agua, mientras que los terrenos supuestamente ganados para la agricultura han resultado ser infértiles. A pesar de que los planes de industrialización de la Delta se pararon después de 1990, aún se pueden ver hoy en día las huellas de esa política aberrante. Por ejemplo, las ruinas de los edificios industriales en la isla Caraorman, recuerdan al proyecto de fábrica de vidrio que iba a utilizar la arena de la zona.
Afortunadamente, el bosque subtropical de robles en las dunas de Caraorman ha sobrevivido a aquellos proyectos. Hoy, esta lengüeta de tierra salpicada por dunas de arena tiene una longitud de 18 kilómetros y alberga en sus densos matorrales, entre lianas y plantas trepadoras, poblaciones de lobos, linces, búhos y otros animales. Los 10.000 caballos salvajes que habitan en la Delta del Danubio provocan muchos debates entre los que los consideran una raza nueva que hay que proteger, y los que advierten que su reproducción incontrolada amenaza el equilibrio frágil de la biosfera. Incluso más conocido que el bosque de Caraorman es el bosque Letea (Padurea Letea), Patrimonio Mundial de UNESCO desde el año 1991. Con una superficie de 5.000 de hectáreas es el bosque europeo subtropical más al norte y también la reserva natural más antigua de Rumanía.
En medio de esta naturaleza aparentemente virgen se esconde una ciudad sorprendentemente compleja, aislada por la circunstancia de no poder acceder sino por vía marítima, después de cuatro horas de viaje en barco desde Tulcea: Sulina, el municipio con más habitantes en toda la Delta, denominada también la Europa en miniatura (por debajo de 5.000 habitantes).
Hablando sobre literatura y arte, no debemos olvidar el impacto cultural del Danubio. Los himnos nacionales de Austria, Bulgaria, Croacia y Hungría lo mencionan; los ya famosos valses El Danubio Azul de Johann Strauss y Las Olas del Danubio de Iosif Ivanovici han sido inspirados por él; incluso el imperio Austro-Húngaro se denominaba antaño Monarquía del Danubio y libros de diferentes géneros literarios sitúan sus tramas cerca del Danubio (Jules Verne le ha dedicado una novela policiaca).
Traducción: Elena Adela Surdu