Evelina Van Kerkhove: „Soy una ciudadana europea, y mi relación con Rumanía es umbilical. Rumanía es mamá, Rumanía es mi casa”

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En el elegante espacio del hotel Suitopia (Sol Y Mar Suites Hotel), la amplia sonrisa de Evelina se encaja perfectamente con la arquitectura moderna, cálida y acogedora del edificio. El teléfono de la oficina suena, y la voz amable de la rumana guía la persona del otro lado de la conversación hacia la oferta más adecuada para sus deseos turísticos. Por período de unas decenas de minutos, Evelina cambia el español con el inglés, con el francés, alemán o neerlandés, según al cliente. Habla cinco lenguas extranjeras además de rumano y es, al mismo tiempo, traductora autorizada de la lengua neerlandesa, como resultado al examen promovido al Ministerio de la Cultura de Rumanía.

„También di los exámenes para la lengua española y las aprobé con buenos colores, por eso voy a ser traductora autorizada de la lengua española dentro de poco”, confiesa ella. Hace traducciones en el tiempo libre, después de terminar su turno al hotel, donde trabaja en el departamento de reservaciones.

Sobre cómo llegó en España, después de un interesante circuito geográfico y después de su relación con Rumanía, Evelina Van Kerkhove habló con el Occidente Rumano durante el proyecto Stars4Media„Connecto: Towards European Values Through Digital Media. The Live Streaming Hub”.

Evelina tiene 47 años, se nació en un pueblo acerca de Focșani y graduó las clases de la Facultad de Geografía de la Universidad de Bucarest. Trabajó como profesora en el entorno rural por un período, luego se reubicó en Bucarest y consiguió trabajo en el dominio hotelero. Así conoció a su marido, de origen belga, propietario de un pequeño hotel en la capital de Rumanía.

En 2013, se produjo un nuevo cambio en su vida. Esta vez, la destinación fue la soleada Costa Blanca de España, para ser más exactos, la ciudad turística Calpe de la provincia Alicante. Toda su familia se mudó allí („nuestra chiquita tenía cuatro años en ese momento”), y Evelina se enriqueció con otra lengua extranjera, otra cultura. „Me acuerdo que llegué aquí en noviembre, en Bélgica estaba lloviendo (de hecho, esta fue una de los problemas, ¡en Bélgica llueve muchísimo!), en todo el camino a través de Francia llovió, y cuando volvimos a Calpe saqué directamente los vestidos de verano… Mi primera impresión de aquí fue que volví a casa, porque oía rumano en la calle, tenía una tienda rumana, pero descubrí una comunidad larga de belgas, aparte de la rumana y otras nacionalidades que viven aquí. Honestamente, para mi Calpe fue y quedará un paraíso”, dice la rumana.

 „Seriedad y profesionalismo, estos son los ingredientes, no hay otro secreto”. „España para mi es un ejemplo de hospitalidad. La organización del hotel en el que trabajo es ejemplar, y la política de fidelización de los clientes – muy importante. Aprendí muchísimo aquí, hablando profesionalmente, y os puedo decir que todo se basa en seriedad y profesionalismo, estos son los ingredientes, no hay otro secreto. Por eso tenemos clientes que vuelven felices siempre. Y Calpe es un sitio donde encuentras todas las nacionalidades del mundo, que viven aquí en armonía y son recibidos con los brazos abiertos de los residentes”, afirma Evelina.

„Es importante ofrecer buenos servicios, pero sobre todo honestidad. Aprendí aquí en España que no tienes que mentir nunca al cliente. Ofrecemos solamente lo que tenemos. ¡Es esencial que no decepciones la gente! Presenta solamente lo que tienes y lo que puedes ofrecer honestamente. La decepción es un problema muy malo en el turismo. Lo que me parece que le falta al turismo rumano es la cortesía, la sonrisa. Nunca vengo a casa criticando y no quiero juzgar, pero casi siempre somos apaciguados, enojados, preparados para dar una lección a los demás. Yo diría que necesitamos más comprensión y menos juzgado sobre los demás”, concluye ella, con la misma sonrisa sincera en la cara.

Evelina se siente y es, de verdad, una ciudadana de Europa. Educada y formada en tres culturas diferentes hasta ahora y teniendo doble ciudadanía (rumana y belga), dice que, para ella, ser ciudadano europeo significa „sentirte a casa en cada país de Europa, incluso si estás solamente de visita. Dos cosas importan: no te olvides de donde viniste y respeta el lugar donde te encuentras. Respeta el lugar que te recibió. Yo recibí seis oportunidades en cada país donde llegué y todas me ayudaron a evolucionar, como persona. Me adapté en cada sitio y me alegré haciéndolo.

Me gusta meterme en la profundidad de la cultura de una nación, me siento preparada para conocer una más, si será posible. Por supuesto, ahora mi hija, que tiene 12 años, es más importante y para ella España es su casa, pero podemos hacer descubrimientos lingüísticos y culturales y a través de excursiones o desde la distancia… No sé si la llamada del poblado será tan poderosa para volver a Rumanía, en un cierto momento. Ahora estoy bien aquí, así como soy y dejo el futuro para ver que nos trae”, dice ella.

Aunque cada día de trabajo es solicitante, de una manera u otra, la sonrisa de su cara no desaparece. Lo lleva con ella por todas partes, a la escuela donde estudia su hija, a las actividades diversas (no importa la comunidad en la cual pasa, la española, belga o rumana), o a las discusiones con los amigos o los compañeros del hotel.

Traducción: Ioana Florentina Ganea – Colaboradora del Occidente Rumano